jueves, 15 de marzo de 2012

Todos podemos recibir perdón

El élder Sterling W. Sill relató lo siguiente de una mujer que no había podido conseguir perdonarse a sí misma:

“Hace un tiempo sostuve una conversación con una dama de cincuenta y tres años
de edad que había cometido una transgresión de carácter moral a los dieciocho. Comprendía la profunda seriedad del pecado y, debido a que se había arrepentido de ello mil veces, se podía contar con la seguridad de la promesa del Señor de que la había perdonado. Pero ella nunca se había perdonado a sí misma; y porque se sentía impura e inferior, se alejó de sus amistades, no quiso casarse, y se convirtió en una especie de ermitaña social y espiritual. Durante treinta y cinco años se consideró con desdén, llevando sobre los hombros amargos pesares y acusaciones. En el transcurso de su vida, durante la cual no había hecho más que recordar lastimeramente aquel pecado, se había tornado en algo muy por debajo de la magnífica persona que Dios había propuesto que ella fuese. Era cierto que el pecado por ella cometido a los dieciocho años de edad había sido muy grave, pero durante treinta y cinco años más ella había estado realzando aquel pecado al desperdiciar lo más valioso del mundo, lo cual es una espléndida vida humana” (What Doth It Profit, 1965, pág. 183).
Fotografía obtenida en: http://peperonity.com/go/media/17548591!3

 

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